Los pueblos del norte de Chile convertidos en desierto y los torrentosos ríos del sur en transformados hilitos de agua, junto con la posible aparición de nuevas enfermedades, son las amenazas del calentamiento global en nuestro país.
Alterarse porque la temperatura del planeta subirá entre 1,8 y 4º C, en los próximos 100 años, puede sonar exagerado. Pero no lo es tanto si se considera que la temperatura de la Tierra no ha variado más de un grado en los últimos diez mil años, y menos si se analizan las desastrosas consecuencias para el ser humano de estos grados de más. “Si una persona cambia su temperatura le pasan cosas, se enferma. Es lo mismo con la tierra”, ejemplifica Rodrigo Pizarro, director ejecutivo de la Fundación Terram.
Después del informe que la ONU, quizás muchos se imaginaron caminando en traje de baño por las calles, portando un quitasol y una botella de agua helada para soportar el calor. Pero Pizarro aclara que el fenómeno no se sentirá de esa manera: “No es que vamos a tener 33 grados en vez de 28 en el verano. Es el promedio el que subirá. En algunas partes aumentará y en otras disminuirá. Pero aunque no sintamos calor, sentiremos el efecto del cambio climático”.
Para Chile, las mayores amenazas son el avance del desierto y el derretimiento de los glaciares. “Lo que se predice es que va a haber un traslado del régimen de clima de Chile hacia el sur. Lo que hoy día es el clima del norte se va a pasar al centro y lo que es el centro se pasa al sur”, explica el presidente del Instituto de Ecología Política (IEP), Manuel Baquedano. “Donde hay desierto habrán sequías, donde hay lluvias habrá mas lluvias, lo que traerá cambios en el ecosistema y en la agricultura”, agrega Pizarro.
¿Qué significa esto? Que el norte quedará convertido en desierto y desaparecerán los glaciares en el extremo austral. Esto último podría dejarnos sin agua para beber o para regar los cultivos, con las obvias consecuencias para nuestra supervivencia. “Los glaciares sostienen la nieve y la sueltan de a poco. Eso es lo que permite que haya muchos ríos en Chile. Si se derriten los glaciares se va a producir una merma importante de los recursos hídricos”, explica Baquedano. “No por nada se dice que el agua va a ser la causa de las guerras en el futuro”, agrega.
Problemas como el aumento del nivel del mar, que produciría tormentas, inundaciones y la desaparición de muchas islas e incluso países costeros, como Bangladesh, también podrían verse replicados en nuestro país. “En el caso chileno, el derretimiento de los hielos de la Antártica significa un cambio en la parte de la costa en zonas como Chiloé, donde se verían afectadas por un impacto aún no determinado”, señala Baquedano.
Los trastornos del calentamiento global, además, no se presentarán como fenómenos aislados. “El alza de la temperatura global produce sequías en grandes extensiones, que afectan lugares donde hoy día se están cultivando productos. Si nosotros insistimos en no darle un valor agregado a las cosas, vamos a tener repercusiones en el país”, advierte el responsable del IEP, lo que obligaría a cambiar el modelo exportador de materias primas en el que se ha sustentado la economía chilena. Todo ello, sin contar la amenaza de enfermedades hasta ahora desconocidas en el país, pero que podrían adaptarse a las nuevas condiciones del clima.
Pizarro, sin embargo, ofrece una luz de esperanza frente al lapidario pronóstico: “Las predicciones que se hicieron dependen del comportamiento humano, por lo que si cambia la conducta, puede cambiar el diagnóstico”.